martes, 6 de octubre de 2015

Charlas de sobremesa




Quizás para estos días tendría que hablaros un poco de lo que nos ocurre localmente en Cataluña, donde pareciera que cada hora tenemos una noticia distinta. O en la España que me ha tocado vivir desde hace ya 10 años y 9 meses exactamente.

Tal vez, debería exponerles las razones del estado de angustia constante en el que está mi gente en Venezuela, quien pasa por el momento más dramático de toda su historia republicana. Hay tanto que contar y tan pocas líneas para ello.

Pero quiero detenerme en las charlas con mi hijo, quien cursa la ESO. Sus cursos de historia han sido complejos, por decir menos. Cuenta con una profesora pro-separatista quien de manera descarada en clase, expone “su opinión” acerca de los partidos en Cataluña. Sí, reconozco que esto es grave, no, perdonad porque esa no sería la definición exacta, es “de juzgado de guardia”. Y, estimado lector, ese lastimosamente es un hecho común en los colegios e institutos en toda la región desde hace años, y es tan sólo un ejemplo de todo cuanto se hace. Pero no quiero detenerme en ello en esta ocasión, ni tampoco reseñar el cómo desde niño y más aún ahora en su adolescencia, “pasa de las mentiras del separatismo”, está claro en la verdadera historia que debe aprender.

En esta oportunidad deseo compartir con vosotros parte de la última charla sostenida con mi hijo. Están desarrollando en Historia temas en los que afortunadamente, y por razones geográficas/históricas, me puedo desenvolver “adecuadamente”.
Uno de ellos es sobre la Independencia de los Estados Unidos de América, que se inicia, como bien lo sabéis, con la Separación Jurídica de las 13 Colonias Británicas, lo que ocurre el 2 de julio, y posteriormente, según confirmaron algunos de los firmantes quienes también fueron presidentes, Thomas Jefferson, John Adams y Benjamin Franklin, la Declaración ocurre el 4 de julio. Justamente en Monticello, casa del primero de ellos, en Virginia, está una copia del Acta firmada el año 1776. El otro tema se centra en la Revolución Francesa, ocurrida a finales del siglo XVIII, donde les mencionan causas, consecuencias y protagonistas, he de confesar que uno de mis temas favoritos. Para llegar luego a la Independencia de los países Latinoamericanos, donde les hacen referencia de la importancia de Simón Bolívar.

Veréis, en mi tierra por razones de la “Revolución Bonita”, ese régimen sanguinario y genocida, se ha creado una “nueva historia”, donde el cambio de nombres y fechas pasa a tener relevancia para adoctrinar debidamente a la población. Logros del “totalitarismo” en la Venezuela actual. Tal vez esto parezca un hecho repetido, por qué no decirlo, pero aún más cercano, demasiado para mi gusto, en Cataluña y la historia “particular” que les enseñan a los críos. Aunque usar la “educación de los niños” sea más propio de regímenes comunistas, el nacionalismo, su primo-hermano, usa esta vía para imponer su pensamiento único.

Así que perdonad la falta de “links” en el texto, es complicado conseguir una fuente fidedigna porque han sido secuestradas desde el poder, con lo cual recurro a mis fuentes más preciadas, los libros de mi padre.

Me quiero detener en unos hechos ocurridos a inicios del siglo XIX, allende los mares, y que fue parte de la charla de sobremesa del día de hoy:

Años atrás se celebraba el Día de la Bandera en el mes de marzo. La explicación de esta fecha concreta está en que el tricolor de mi tierra fue izado por primera vez en el Buque Leander, bajo el mando del Generalísimo Francisco de Miranda un 12 de marzo de 1806. Ciertamente, no fue sino hasta el 03 de agosto que hace lo propio en tierra venezolana. Más sin embargo, el hecho principal, el germen que da inicio a muchos otros sucesos, que conllevaron a la Independencia de los Países Latinoamericanos estuvo reflejado en ese acto realizado en aguas haitianas.

Es interesante conocer un detalle importante de esa historia con el Leander: fue el Presidente de USA, Thomas Jefferson, quien le dio el visto bueno al Leander, y apoyo para que un armador de Nueva York, de apellido Ogden, construyera el barco, el cual viajó bajo la bandera de USA hasta aguas Haitianas, donde cambia a la bandera, la que luego lleva Miranda hasta Venezuela. Su tripulación la conformaban 300 norteamericanos. Sí, el mismo Jefferson que menciono previamente.

El Gran Miranda, nombrado años más tarde Generalísimo, participó en guerras como la de la Independencia de Estados Unidos y la Revolución Francesa (como consta en el Arco de Triunfo en los Campos Elíseos). Luego fue traicionado y llevado a prisión en La Carraca, en San Fernando (Cádiz) donde muere a los 66 años. 

Como ocurre con todos los países, la historia de Venezuela está llena de millones de acontecimientos, grandes hombres con enormes hazañas y también, por qué no decirlo, grandes errores. Miranda sin duda fue uno de ellos, ojalá la historia algún día le dé el lugar que bien se merece.

Durante el mes de abril pasado se deberían haber celebrado los 205 años de la Independencia de Venezuela. Podrían decir, y no les falta razón que ello no ocurrió hasta que se ganó la última batalla en territorio venezolano, la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, el 24 de julio de 1823. Pero es interesante cómo lo ocurrido el 19 de abril de 1810, un jueves santo, se inicia la Independencia de Venezuela, y con ella la de toda una Latino América que estuvo marcada por hombres y mujeres, entre ellos Miranda, Bolívar, San Martín, Artigas... entre muchos otros personajes.
Para la época, Vicente Emparan era el Gobernador y Capitán General de Venezuela. Se presenta una revuelta causada entre nobles, en particular, blancos criollos, hijos de españoles nacidos en "las Indias occidentales", y miembros del cabildo, quienes desconocen la autoridad de Napoleón Bonaparte en España y quien deja al mando a su hermano José, en contra de Fernando VII. Así Emparan solicita la opinión sobre su mando ante una especie de asamblea ocurrida frente a su balcón en la entonces plaza mayor de Caracas, la historia cuenta que detrás de Emparan se encontraba el Presbítero José Cortés de Madariaga quien hace "señas" para que quienes allí estaban respondieran negativamente ante la pregunta si le querían como gobernador, ante la respuesta negativa, Emparan mencionó "Si no me queréis, pues yo tampoco quiero mando".

Muchos desconocemos quién fue Vicente Emparan, quizás uno de los hombres más cultos que pudo gobernar tierras venezolanas en condición de Colonia Española. Pensando retrospectivamente, no sé qué hubiese pasado de haber quedado Emparan en el poder, y a su vez, en España José Bonaparte, a la luz de los acontecimientos posteriores, con el absolutismo impuesto por Fernando VII, cuando retoma el poder y desconoce la Constitución de Cádiz, La Pepa.

Lo que vino después está escrito en los libros de historia. Quizás le llevamos como un ADN a ambos lados del Atlántico. Tal vez, ese ir y venir entre democracias, dictaduras, autocracias, repúblicas (unas de verdad y otras sólo nominales) y reinados, ha ido determinando que cada uno en su posición particular haya avanzado de una u otra manera. Creo que arrastramos algo más que guerras y escasos acuerdos. Pienso que nuestro problema, en mucho común, está en la forma en que nos hemos comportado como sociedad, y más aún como pueblos.

Si evaluamos la historia de USA, Canadá o Australia, podemos palpar cómo los inmigrantes se establecían con sus familias a fin de iniciar un futuro como sociedad, asumían esa nueva tierra como propia, donde debían desarrollarse para crecer como país. Es cierto, hubo una casi eliminación de los aborígenes americanos en esas tierras, hecho que no ocurrió en las Colonias Americanas bajo el Imperio Español o el Portugués, a pesar que muchos se empeñen en repetir la mentira acerca del “genocidio ocurrido en la conquista” (y me permitiréis un comentario, durante la historia de la humanidad, todos los pueblos han sido objeto de guerras en pro de conquistas, donde ha habido conquistados y conquistadores, la de América no tuvo mayores diferencias a aquellas).

Es importante ver cómo los conquistadores, y luego colonos provenientes de la Península viajaban en la mayoría de los casos sin su familia. Esperaban la gloria de sus actos, buscaban el reconocimiento de la Corona, y también, por qué no, enriquecer sus arcas, cosa que no ocurrió con gran parte de ellos.

¿Pero qué tiene que ver esto con nuestra historia? Mucho más de lo que creemos. El comportamiento de “inmigrantes eternos”, donde buscamos el enriquecimiento momentáneo, en lugar de la productividad de nuestras tierras, la que no solo está en la riqueza de las mismas y la que podamos generar, sino en la educación y cultura de nuestros ciudadanos, lo que puede marcar la diferencia al asumir nuestra ciudadanía, el amor por nuestra patria, la defensa de sus valores, y también, la lucha diaria por su desarrollo, en lo personal y en su conjunto.

Vuelvo atrás en nuestra historia común, a ese día que nos marcó a ambos lados del Atlántico, el 19 de abril de 1810, no sé si todos los venezolanos le recordamos, estoy segura que muchos de los españoles le desconocen, conocer los personajes que intervinieron en esa fecha particular. Al tenor de los acontecimientos posteriores, creo que no hemos aprendido de nuestros errores, no hemos sabido encontrar nuestros aciertos para usarlos como punto de referencia, de inflexión. No hemos reconocido, aun en pleno siglo XXI, las virtudes de un mestizaje que aparte de colores diversos y la riqueza de tener una lengua común, la segunda más importante del mundo en la actualidad, puede ayudarnos y mucho a guiar nuestros pasos para un desarrollo sostenible, ese que se basa en la educación como base de nuestra sociedad, y sin duda, en esa educación tener presente nuestra historia, porque como bien lo dijo Winston Churchill, “cuanto más lejos mires hacia atrás, más lejos hacia adelante verás”.


El tamaño de tu éxito será el tamaño del tu esfuerzo”, Francisco de Miranda



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